El sueño imposible de un sabio

La historia de los primeros pasos del IMAF. (Hoy Facultad de Astronomía, Matemática y Física)

por  Edgardo Ronald Minniti Morgan

Fachada de la FAMAF  *

Por acción inexorable de la arena que cae, los protagonistas de la aventura humana van abandonando la escena para dar lugar a las nuevas generaciones. De ellos, su obra permanece vigente más o menos tiempo, conforme el tamiz de valores utilizado en las distintas épocas. En el caso que nos distrae y nos apasiona, no solo ha permanecido el producto del esfuerzo de un reducido grupo de hombres, sino que se proyecta hacia adelante incrementándose con el correr de los años, para convertirse en una institución dinámica, señera en la formación profesional astronómica, matemática y física argentina y del espacio continental próximo.

Casi setenta años después de la fundación del Observatorio Nacional Argentino y en una etapa política peculiar de la nación, el observatorio se encontraba con serias dificultades para incorporar y formar personal adecuado para aprovechar las posibilidades que brindaba su flamante estación astrofísica de Bosque Alegre. La contratación de extranjeros altamente especializados como se había hecho con anterioridad, escapaba a las posibilidades por razones bélicas,  económicas –que limitaban el nivel de las ofertas – y el particular espíritu nacionalista imperante en la sociedad argentina. Circunstancia que había provocado no muchos años atrás, una crisis que alteró el normal funcionamiento de la entidad. Lo destacamos en varios trabajos anteriores y en particular en “Córdoba Estelar”.

Dr. Enrique Gaviola

El doctor Enrique Gaviola, director entonces del Observatorio Astronómico, planteó al Poder Ejecutivo Nacional tal circunstancia, destacando la necesidad de que el instituto de investigación a su cargo se convirtiera en escuela de astronomía, física y meteorología; acompañando a ese efecto un proyecto de decreto ley que así lo permitiera. El problema de la formación universitaria no le era ajeno a su espíritu inquieto. La meteorología fue inteligentemente incluida, en razón de una demanda cierta de esa disciplina por parte del país, por el explosivo crecimiento de la aeronáutica civil y militar, que demandaba profesionales de esa rama del saber (en esa coyuntura, el  mayor poder era ejercido por el ejército, a quien no interesaba realmente el crecimiento de aquella competencia castrense).

Ya en 1931, Gaviola había producido un hábil análisis de la actividad académica nacional, sus características y posibilidades reales de logros efectivos, titulado “La Reforma de la Universidad Argentina y Breviario del Reformista”; obra prácticamente olvidada en la actualidad, pese a que muchos de los conceptos emitidos en la misma, tienen plena vigencia y son objeto aún de discusión en los foros universitarios.

No debemos olvidar que el nombrado, para entonces (1931), era Doctor en Filosofía de la Universidad de Berlín; Agrimensor de la Universidad de La Plata; profesor titular de Fisico-química en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; profesor suplente de Física matemática de la Universidad de La Plata¸ fellow de la Fundación Rockefeller; miembro de la sociedad honoraria “Sigma-Xi”; ex físico del Departamento de Magnetismo Terrestre de la Carnegie Institution de Washington; ex investigador del Instituto de Física de la Universidad de La Plata; ex “Guest by Courtesy” de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. En fin, demostraba poseer una de las mentes jóvenes más lúcidas de la época; además del empuje necesario para llevar a la práctica sus ideas.

Vista actual del interior de la biblioteca de la FAMAF *

En Buenos Aires el 14 de diciembre de 1944, Gaviola entregó en propias manos del Ministro de Justicia e Instrucción Pública Dr. Etcheverry Boneo – en presencia del comandante aeronáutico don Medardo Gallardo – un memorándum fechado en Córdoba el 7 de diciembre de 1944, que planteaba – entre otras cosas que hacían al funcionamiento del OAC – la existencia de “dificultades menos fáciles de subsanar. El país carece de un número suficiente de astrónomos, físicos y técnicos.”

Gaviola (1936)

Prosiguiendo más adelante:

“El Observatorio Astronómico de Córdoba estaría en condiciones de convertirse casi sin aumento de presupuesto, en una escuela superior de astronomía, meteorología y física si contara con el apoyo decidido del Ministerio y con la colaboración de la Universidad de Córdoba. Sería la primera escuela superior de la Argentina, cuyo personal prestaría íntegramente dedicación exclusiva, condición indispensable para la seriedad y eficiencia de la enseñanza y de la investigación científica.

Esta escuela podría contemplar también la posibilidad de formar doctores en meteorología, con base científica amplia y profunda como lo requiere la aviación moderna.

Es indispensable, para todo ello, que el Observatorio mantenga su carácter y su organización y que no sea absorbido o dirigido por otros organismos”

Gaviola, firme en su convicción, afirma con énfasis que “la existencia en el país  de un instituto que uniera armónicamente enseñanza e investigación, con dedicación exclusiva y pago adecuado de su personal, sería un jalón en el progreso de la cultura científica y de la independencia industrial argentina”.

Ese visionario y no menor patriota, dio con su trabajo “Ciencia y Burocracia” de 1945, de donde tomamos sus palabras, una lección de responsabilidad civil y un ejemplo poco común de sabiduría aplicada a emprendimientos concretos que, gracias a ellos, vemos hoy florecer una juventud pujante.

Dr. Enrique Gaviola  (1942)

Hieren las palabras consignadas en su renuncia a la dirección del Observatorio del 25 de Junio de 1945: “¿Es qué se duda de nuestra capacidad y de nuestra voluntad de hacer una escuela científica con dedicación exclusiva? ¿O es qué se teme que la hagamos? (Los comentarios huelgan, por las circunstancias apuntadas)

Transcurría 1943 en el Observatorio de Córdoba, cuando dio Gaviola el primer paso concreto para formar adecuadamente  personal, creando los seminarios científicos y la escuela para empleados. El primer seminario fue realizado por la Dra. Schreiber el 11 de marzo de 1943, sobre las Nubes de Magallanes. Las clases de la escuela comenzaron cinco días después, el 16 de marzo.

Los seminarios dieron lugar a 35 reuniones semanales de dos a tres horas de duración, lo que es índice de la alta dedicación diurna a la formación científica. Del realizado por Dartayet sobre magnitudes estelares, surgió la idea de un nuevo fotómetro pupilar ideado por Plactzeck, cuya construcción se inició de inmediato en los talleres del Observatorio.

Del que efectuara Jorge Bobone sobre luminosidad y espectros cometarios, surgió la idea de Gaviola de tratar de explicar físicamente el fenómeno cometario, que expondría en la primera reunión siguiente del núcleo de física teórica, con miras a su posterior publicación.

La escuela para empleados funcionó hasta mediados de noviembre de ese año y se tomaron exámenes escritos al mismo entre el 22 y 27 de ese mes. Los orales se desarrollaron desde el 29 al 4 de diciembre siguiente, con resultados “tan heterogéneos como los alumnos”, conforme lo destaca en la memoria de ese año. Pero la experiencia fue valiosa; la esperanza también. Constituyó todo un antecedente ya olvidado.

No fue escuchado las veces que insistió  desde su sitial astronómico directivo en procura de aquella escuela superior añorada para bien común. Recién once años después, cuando se produjo su retorno a la dirección del Observatorio dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba, consiguió el apoyo de las autoridades universitarias para llevar adelante tan ambicioso proyecto académico; en particular del rector, doctor Jorge Núñez, que le brindó todas las facilidades posibles para lograrlo.

Las grandes empresas humanas, esas que se proyectan al futuro transformándolo, no son solo sueños y dinero. Se requiere además de todo ello, necesario, decisión y voluntad para concretar los planes elaborados por la fértil imaginación común. No es poco y no es fácil.

Así, obligando “manu militari” a los profesionales de su dependencia, ese grupo tan  peculiar de entusiastas universitarios, a asumir cátedras, jefaturas y ayudantías que en general no habían entrado en los respectivos planes personales de actividad profesional para la formación de astrónomos, matemáticos y físicos, nació  en 1957, una entidad que hoy es orgullo de los argentinos: el Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF), transformado posteriormente en Facultad de esas disciplinas (FAMAF), con los primeros cursos preparatorios para el ingreso al mismo, llevados a cabo en febrero de ese año. Cuando se habilitaron los cursos en abril de 1957, Gaviola ya no era director del Instituto ni del Observatorio, por problemas con las autoridades universitarias. Lo reemplazó interinamente el astrofísico italiano Dr. Livio Gratton en ambos cargos.

“Casa de Trejo” – Fachada de la Universidad de Córdoba – Sede del Rectorado (Pluma de José Millé Giménez-UC)

Las clases se dictaban en el propio observatorio, empleándose en un tiempo las instalaciones de la ex casa del director, deteriorada ya por la edad, antes de que la misma se convirtiera en depósito y fuera posteriormente demolida por razones de seguridad.

Muchos profesionales se vieron así compelidos a desarrollar una impensada capacidad docente; organizar programas por cierto no fáciles, de esas “ciencias duras” transitadas la mayoría en las aulas de ciencias astronómicas y anexas en La Plata; lugar de formación hasta entonces, de la mayoría de los connacionales que abrazaron la actividad astronómica en el país.

Casa del Director del Observatorio en sus buenos tiempos- (Pluma de José Millé Giménez-UC)

El esfuerzo fue denodado, se perdieron muchas horas de sueño y no pocos cabellos, pero valió la pena. Ese arbusto inicial regado con el sudor obligado  y la responsabilidad asumida por ese relativamente reducido grupo humano, se convirtió en el árbol orgulloso que hoy exhibe al mundo sus innegables frutos.

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Vista lateral del Observatorio en la época de nacimiento del IMAF

Gaviola se reservó la cátedra de física; Landi Dessy trigonometría y álgebra; Livio Gratton geometría analítica y Sérsic análisis matemático (muy a su pesar; no le gustaba, abandonó ni bien se retiró Gaviola); Luis Milone tuvo a su cargo la jefatura del laboratorio de física, instalado en los sótanos del observatorio, con todos los aparatos necesarios para un riguroso ejercicio de la disciplina.

Gaviola anciano

Este ciclo – duro parto inicial – tuvo en el transcurso de 1964 un final feliz, con la incorporación al plantel del Observatorio Astronómico de Córdoba, de los primeros egresados del Instituto de Matemática, Astronomía y Física, tan duramente batallado por aquel notable quijote, que hoy nos empeñamos en olvidar.

El broche de oro entregado a la sociedad nuestra por el Observatorio de Córdoba y el IMAF, lo constituyó la Escuela para Astrónomos Jóvenes que funcionó en el ámbito del primero durante noviembre y diciembre de 1970  – año de su centenario – con el auspicio de la Unión Internacional de Astronomía y la concurrencia de jóvenes astrónomos del país, Bolivia, Colombia y Uruguay. La primera escuela en su tipo en Latinoamérica.

La apertura de los cursos se efectuó el día 5 de octubre de ese año en el Salón de Grados de la UNC, con las palabras de Jorge Sahade, Vicepresidente entonces de la IAU y del Director del OAC, Jorge Landi Dessy. En la misma dictaron clases profesores de Argentina, Brasil, Chile y Checoeslovaquia. La Escuela cerró sus actividades el día 27 de noviembre, con las palabras del señor Sayd Codina Landaberry en representación de los alumnos, del Director del IMAF, Alberto Maiztegui, de Jan Kleczek por la IAU y el rector de la UNC Olsen A. Ghirardi.

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De los pasos iniciales y del nivel alcanzado por la joven entidad educativa, dan cuenta los sucesivos ejemplares del Boletín del IMAF, que iniciara su publicación durante el transcurso de 1963; la mayoría de cuyos artículos son aún hoy dignos de leerse, como el que escribiera José Babini – entonces Presidente de la Unión Matemática Argentina y destacado historiador de la ciencia – “Galileo en la Historia de la Ciencia” – entre otros muchos importantes – que viene a propósito de este consagrado 2009  “Año Internacional de la Astronomía”, por los cuatrocientos años del uso astronómico del telescopio. El editor de la publicación, Luis A. Milone, destacando  particularmente que en su reunión de mayo de 1964, la Asociación Argentina de Astronomía rindió honores a la memoria del ilustre sabio italiano Galileo Galilei, con motivo de cumplirse el IV centenario de su nacimiento, expresa en el prologo: “Este Boletín se honra al hacer suyo ese homenaje e incorporar entre sus páginas las eruditas palabras del disertante”.

Galileo Galilei con su telescopio ante la jerarquía eclesiástica (Leonardo Donato – París- Siglo XIX)

Las nuevas generaciones han hecho propio ese espíritu científico inquieto, manteniendo viva la llama del conocimiento y el progreso humano.

Grupo de alumnos trabajando en la FAMAF *

Aún se recuerda la figura señera de Ana Bobone, hija del célebre astrónomo del Observatorio y primera Secretaria del IMAF. También “alma mater” de la entidad desde sus inicios en el duro batallar con la organización de su estructura administrativa y manejo de todas las difíciles facetas de la integración académica. Lo hizo con manifiesta solvencia hasta su jubilación.

REFERENCIAS:

Gaviola, Enrique – Reforma de la Universidad Argentina y Breviario del Reformista – Buenos Aires – 1931.

Gaviola, Enrique – Ciencia y Burocracia – sin otra referencia – 1945

Milone, Luis A. – Evolución de las Ciencias en la República Argentina – 1923 – 1972 – Astronomía – Sociedad Científica Argentina – Buenos Aires -1979

Milone, Luis A. – Entrevista personal – 2009.

Minniti E. y Paolantonio S. – Córdoba Estelar – Observatorio de Córdoba – Universidad Nacional de Córdoba –  2009.

Observatorio Nacional de Córdoba – Memoria Año 1943.

Paolantonio S. y Minniti E. – Uranometría Argentina 2001 – Observatorio de Córdoba – Secretaría de Ciencia y Técnología – Universidad Nacional de Córdoba – Córdoba – 2001

*Imágenes cedidas por Javier Minniti

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