No nos cansaremos de repetir que el cambio de soporte de la información, del papel a las memorias de silicio, hace que mucha – e importante – se vaya perdiendo por el mero transcurso del tiempo, la desaparición de quienes estaban familiarizados con la misma y la falta de acceso digital a tales fuentes. Se podrá aducir, en defensa no carente de mezquindad, que dicha información es – supuestamente – menor; pero ello solo puede ser determinado por los investigadores que, al emprender nuevas líneas de ataque a la realidad y por economía de esfuerzos, requieren la mayor cantidad y diversidad de datos elaborados, para nutrir su esfuerzo. Son ellos los hábiles para calificar si vale o no tal información…
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