Expedición de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía para observar el eclipse anular de agosto de 1952
Alejandro Blain y Santiago Paolantonio
Los eclipses han maravillado a las personas desde siempre, por lo que no extraña que existan numerosos relatos sobre estos fenómenos, en especial de los más notables, los eclipses anulares y totales de Sol, que involucran un espectáculo impresionante y son los de mayor interés para los astrónomos.
Algunos eclipses han pasado a la historia, tal el caso del ocurrido en 1868, durante el cual se descubrió el elemento Helio, o el de 1919, en el que finalmente se pudo verificar una de las predicciones de la Teoría de la Relatividad. Entre los que fueron visibles desde territorio argentino, pueden destacarse, por ejemplo, el de 1893, primera ocasión en que un observatorio local realizó una expedición para estudiar uno de estos fenómenos, o el de 1912, en el que el Observatorio Nacional Argentino intentó verificar la teoría de Einstein, siete años antes de aquel famoso eclipse de 1919.
Tanto los eclipses anulares como los totales, a pesar que se presentan con cierta frecuencia, solo pueden ser observados desde regiones relativamente pequeñas, por lo que en general, implican la necesidad de desplazarse para poder estudiarlos. Para investigar estos notables fenómenos, los astrónomos han organizado numerosas expediciones a lugares remotos, muchas de las cuales se constituyeron en verdaderas aventuras.
En esta oportunidad, haremos foco en el eclipse anular del 20 de agosto de 1952, que resultó visible en la región noreste de la República Argentina. Lo particular de este evento, aún no abordado en la historia de la astronomía, es que fue observado por cuatro miembros de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía (AAAA), todos ellos destacados aficionados. Se suma a esto, el hecho de haber llegado a nuestras manos el relato de esa expedición, realizado por uno de los protagonistas, junto a numerosas fotografías. Este importante material inédito, fue rescatado del olvido de los archivos de la AAAA por Alejandro Blain, gracias a lo cual hoy es posible compartirlo.
Asociación Argentina Amigos de la Astronomía
La Asociación Argentina Amigos de la Astronomía, fue fundada en la ciudad de Buenos Aires en 1929. Aunque no fue la primera del país, esta agrupación de aficionados a la astronomía trascendió en el tiempo y se convirtió en una entidad rectora para muchas otras organizaciones similares que se formaron con posterioridad. En la década de 1950 ya contaba con una larga y meritoria trayectoria, gracias a las contribuciones realizadas por sus miembros. A su órgano de difusión, Revista Astronómica, contribuían destacados astrónomos, clara señal del reconocimiento conseguido. La importancia de la AAAA fue percibida desde un inicio por la comunidad profesional, el famoso astrónomo Bernard Dawson no solo participó de la misma, sino que llegó a dirigirla, y sus miembros fueron especialmente invitados al Pequeño Congreso de Física y Astronomía (el primero organizado por la comunidad astronómica nacional) que se realizó en oportunidad de puesta en servicio la Estación Astrofísica de Bosque Alegre, en el que el presidente José Naveira fue uno de los oradores. Muchos de sus socios realizaron notables contribuciones a la astronomía, a su enseñanza y a su divulgación, tal el caso de Carlos Segers, al que la Unión Internacional de la Astronomía reconoció nombrando “Segers” a un cráter lunar, de Carlos Cardalda, cuyo nombre identifica al asteroide 11437 o de Alfredo Völsch, que llegó a integrarse como miembro del Observatorio Nacional Argentino. El 22 de abril de 1944, la Asociación dio un paso importante al inaugurar su sede social, en la cual aún hoy reside, en el Parque Centenario, Buenos Aires. Para la época del eclipse, la AAAA era una institución a la que concurrían inquietos amantes de la ciencia de los cielos, tal como los protagonistas de esta historia.

El eclipse de 1952
El eclipse anular de 1952 ocurrió en un período de relativa escases de estos fenómenos visibles desde el territorio argentino. El último que había podido ser observado como total desde el norte del país, había ocurrido 5 años antes en 1947. Desde aquel momento solo le sucedieron dos parciales que apenas pudieron apreciarse en una mínima región y por muy breve tiempo. El próximo tendría lugar en 1963, un eclipse anular que sería visible en la entonces lejana Santa Cruz, y tres años después, el 12 de noviembre de 1966[1], un eclipse total “tocaría” la zona norte del país. Entre medio, no se vería ni un solo eclipse parcial de consideración.
A pesar de esto, los dos grandes observatorios de La Plata y de Córdoba no organizaron comisiones para su estudio desde la zona de anularidad, solo lo hicieron el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel y la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía.


La expedición de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía
El doctor Fernando Huberman, quien formó parte del grupo de la AAAA que se organizó para observar el eclipse anular del 20 de agosto, registró con detalles la aventura vivida. En 1952, Huberman formaba parte de la Comisión Revisora de Cuentas y tenía 19 años, al igual que José L. Sérsic, otro de los integrantes de la expedición, ambos fueron los miembros más jóvenes.

Los preparativos para observar el evento se llevaron adelante con tiempo y la elección del lugar no resultó complicada:
Dos años antes comenzamos a planificar la expedición. El centro [de la sombra] pasaba por Bella Vista, Corrientes, que era no sólo su lugar de nacimiento, también, su residencia permanente. La de mi querido compañero y amigo JOSÉ LUIS “Pepito” SERSIC, uno de los astrónomos más destacados que generó el semillero universitario argentino de los años 50. Universitarios los dos, él Astronomía en La Plata, yo Química en Buenos Aires, compartíamos horas en la AAAA junto a un reducido grupo de amigos.
F. Huberman, 20/08/2012
José Luis Sérsic había nacido el 6 de mayo de 1933. Residía en Buenos Aires, donde cursó los tres últimos años de su escuela secundaria en el Colegio Bartolomé Mitre, y el año anterior al eclipse, 1951, ingresó a la Escuela Superior de Astronomía y Geofísica de la Universidad Nacional de La Plata para realizar el doctorado en Astronomía. En 1948, con 15 años de edad se había asociado a la AAAA, presentado por Carlos Segers y José Galli Aspes. Sérsic se convertiría en uno de los astrónomos argentinos más destacados, reconocido internacionalmente por sus aportes a la astronomía extragaláctica.

Pero los aficionados trabajan y no todos podían acceder a los días libres que requería ver un eclipse anular de Sol en Bella Vista, Corrientes. Pepito nos decía: «cinco días para ir, cinco para volver y estadía». ¿Qué iríamos a hacer? Observar y fotografiar. Preparamos el equipamiento encabezado por un refractor Zeiss de 8 cm de apertura.
Fernando Huberman 20/08/2012
El telescopio Zeiss mencionado había pertenecido al socio fundador Carlos Cardalda, quien lo tenía en su observatorio particular “Betelgeuse”. En 1942, Cardalda donó el instrumento para realizar una rifa y recaudar dinero para la construcción de la sede social de la asociación. La rifa se realizó, pero el número elegido no fue vendido, por lo que el telescopio quedó en poder de la AAAA (Naveira y Pegoraro 1942). Para el eclipse, se construyó una cámara especial, tarea que estuvo a cargo del socio Vicente Brena, incluía varios chasis y un aparato de nivelación. Se utilizó una lente divergente para aumentar la distancia focal equivalente del instrumento a 3 metros, por lo que la imagen del Sol sobre el negativo resultaba de 27 milímetros de diámetro. Para las fotografías se consiguieron placas Ortho-Isodux de 9 por 12 cm y 18/10 DIN.
También se contó con un astrolabio a prisma de 60˚ facilitado por el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, destinado a realizar las necesarias determinaciones de posiciones geográficas. Un reloj náutico (cronómetro marino) Ulisse Nardin Nº 512 y un cronógrafo[2] de dos plumas fue prestado por Observatorio Naval Buenos Aires, de quien también se tomaron las señales horarias por radio. Una carpa de campaña fue facilitada por el consocio Rodolfo Orofino, imprescindible para resguardar el instrumental y obrar de cuarto oscuro. Para las actividades de divulgación, Segers aportó un telescopio Prin de su propiedad, de 100 mm de diámetro y 1500 mm de distancia focal. Finalmente, se incluyeron filtros, barómetros, termómetros, herramientas y elementos de laboratorio fotográfico (Anónimo, 1952).



¿Quiénes quedamos para la expedición? José Luis Sersic, Carlos Segers, Carlos Gondell, José Strangers y yo, Fernando Huberman.
Fernando Huberman 20/08/2012
Carlos L. Segers había nacido en Iquique, Chile, el 8 de diciembre de 1900, era entonces el mayor de los cinco expedicionarios, con 51 años de edad. Socio fundador, fue Bibliotecario y Secretario de la institución desde 1938, además de colaborar de la edición de Revista Astronómica. Le gustaba la observación de estrellas variables, pero su mayor dedicación era para la divulgación, actividad a la cual destinaba gran parte de sus energías y en la que se destacaba. Años atrás, había publicado en la década de 1940 por medio de la AAAA dos librillos que fueron muy exitosos, “El nombre de las estrellas” y “Las abreviaturas más comunes en Astronomía”[3].


Un grupo de socios de la AAAA confeccionó la Circular del 8 de julio de 1952 con datos útiles para la observación del eclipse (Anónimo, 1952).
El largo viaje no resultó lo esperado.
¿Cómo iríamos usando sólo fondos propios? Strangers llevaría en su automóvil a todos menos a Segers y éste con todo el equipamiento se embarcaría en una nave que, remontando el [río] Paraná, hacía el recorrido Buenos Aires – Asunción con paradas en numerosos lugares incluyendo Bella Vista.
Los del automóvil partimos [en] la madrugada del 12 de agosto. Segers, en el barco, el 13. Pensábamos arribar juntos el 18 a Bella Vista. El mismo 12, cerca de medianoche y previa cena en [la ciudad de] Santa Fe, cruzamos en balsa, a [la ciudad de] Paraná donde pasamos la noche.
Por la mañana la gran sorpresa. Se había terminado el asfalto. El resto era tierra inundable, había llovido intensamente los días previos y las autoridades pusieron una barrera prohibiendo el acceso. Strangers decidió abandonar y regresar con su automóvil a Buenos Aires, mientras nosotros tramitábamos acceder al barco, con Segers, que llegaba el 14 al mediodía. Nos decían que no había lugar, pero el Capitán posiblemente nos ubicaría a bordo.
Fernando Huberman 20/08/2012





Y el 14, puntualmente, llegó el barco. El Capitán nos dijo no tener camarotes disponibles, pero nos ofreció una sala, de tercera clase, con cuarenta cuchetas que estaba vacía. Aceptamos gustosos.
Fernando Huberman 20/08/2012



Ya no recuerdo en cuantos lugares paramos, pero sí que se hizo tedioso hasta la mañana del 18 en que llegamos a Bella Vista. Gondell, con su permanente buen humor y sus graciosas ocurrencias nos mantenía vivos. Como mis quejas eran frecuentes me bautizó “gorriti sufriategui”[4]. Era la primera vez que usaba una gorra. Todos a bordo comenzaron a llamarme gorriti.
Fernando Huberman 20/08/2012




La recepción que nos brindó el pueblo y muy particularmente la Familia Sersic fue inolvidable. La madre y la tía nos habían preparado habitaciones individuales en la mismísima casa, muy amplia por cierto, y en el vestíbulo de entrada un telescopio decorativo construido con ramas de árbol y otros objetos. Nos preparaban excelentes comidas caseras que, no requirió mucho tiempo, desistir el intento original de ir a restaurants.
Fernando Huberman 20/08/2012



Decía Gondell: «Todo transcurrió como lo predicho por los astrónomos«. Afortunadamente un día espléndido. Nuestro centro de operaciones fue ubicado sobre el muelle del puerto de Bella Vista. Nos facilitaron todo lo que necesitábamos incluido un cuarto oscuro.
Fernando Huberman 20/08/2012
El cuarto oscuro fue instalado en una habitación de las dependencias de la Subprefectura local, cuyo personal también colaboró con la custodia nocturna. A la noche se intentó realizar la determinación de la posición geográfica del lugar de observación, pero el cielo parcialmente velado impidió hacerlo (Anónimo, 1952).







El día 20 amaneció parcialmente nublado, pero a las 10 horas y 51 minutos de la mañana, cuando comenzó el espectáculo, se despejó completamente para alivio de todos.
Las tareas se dividieron para optimizar los resultados, Sérsic se dedicó a las fotografías y el registro cronográfico del tiempo de cada toma, Gondell y Huberman se turnaron para cargar los chasis y ayudar a Sérsic. A lo largo del evento, se controló el reloj con las señales horarias radiales del Observatorio Naval. Segers se abocó a la divulgación. Tres alumnos del 5to año del Colegio Nacional, Juan Carlos Bruzzo, Armando Giorasi y Rafael A. Yacobazzi, colaboraron con la lectura de los instrumentos meteorológicos y su registro, así como a la atención de las cintas del cronógrafo (Anónimo 1952).
Todo el pueblo alrededor nuestro y nosotros creando facilidades proyectoras e indicaciones para que nadie sufra sobre sus ojos. Fue un día para el recuerdo. El eclipse nos dio tiempo para todo con comodidad. Los perros ladraban atentos a que algo era inusual y las gallinas cacareaban como si el día se había acabado. La gente aplaudía. Muchos creían que esos horarios eran sólo aproximaciones a algo que no se iba a dar y apostaban a que centro con centro jamás ocurriría. Gondell: «Los astrónomos nunca se equivocan son los hombres los que faltan a las citas». No hubo clases en los colegios. Todos al muelle. Un gran día.
Fernando Huberman 20/08/2012


Carlos Segers dictó una clase a los alumnos del 4 y 5 años del Colegio Nacional (Anónimo 1952).






El barco llegó el 22 y reluctantemente nos fuimos. Ahora teníamos nuestros camarotes individuales. El 24 a la medianoche estábamos cada uno en el suyo cuando se escuchó un fuerte ruido y un sacudón que me sacó de la cama. Salí para ver qué había pasado. El barco había encallado en un banco arenoso. El Capitán nos dijo que no había peligro alguno y podíamos seguir durmiendo. Todos afuera pero no veía a Gondell. Fui a su camarote adyacente al mío. Ahí estaba en la cama leyendo, como si nada. Le digo: «hemos encallado, nos estamos hundiendo», «Cuando el agua llegue a la cama me avisás». Así era Carlos.
Fernando Huberman 20/08/2012
Carlos Enrique Gondell ingresó a la AAAA en 1947, presentado por Domingo Dighero y Laureano Silva. Colaboró con Revista Astronómica en la década de 1950, como Secretario (junto a Hubermann) y en la Redacción. Entre 1953 y 1956 se desempeñó como Protesorero y con posterioridad como Tesorero, lugar que ocupó hasta fines de la década de 1960. Asume como Presidente de la Asociación en el período 1973-1974, y luego integró la Comisión Revisora de Cuentas hasta 1984. Publicó varios artículos en Revista Astronómica, en los que se manifiesta su particular interés por la historia de la astronomía. En la década de 1970 dicta cursos de esta temática a los asociados. Contaba con una amplia biblioteca, con más de un millar y medio de libros de historia de la astronomía e historia natural[5].
Tres días parados hasta que nos sacaron. Había botes para bajar, pero el Capitán decía [que] no teníamos donde ir. Los animales salvajes en la frondosa vegetación a la vista eran muy peligrosos. Ya no teníamos que leer ni hacer y no podíamos comunicarnos con Buenos Aires excepto que nuestras familias fueron informadas por la empresa. Recuerdo entre nuestros compañeros de viaje, no más de quince, a tres sacerdotes ortodoxos rusos de largas barbas blancas que se pasaban el día bebiendo cerveza a la que agregaban gran cantidad de sal. Nos invitaban, pero el diálogo era dificultoso. Ellos solo hablaban un muy rudimentario español.
Llegamos el 31. Todo en orden. Vuelta al trabajo. Toda una maravillosa experiencia.
Fernando Huberman 20/08/2012
Hoy, 20 de agosto de 2012 y con casi 80 años sobre mis hombros, soy el único sobreviviente de aquella expedición. Anoche, al apoyar mi cabeza sobre la almohada pensé que día era y saltó la memoria. Creo que pase dos o tres horas rememorando. No podía no contarlo. Espero que alguien lea estas líneas.
Fernando Huberman, Socio Vitalicio No. 741, Ex Presidente AAAA.
Fernando Huberman, nació el 14 de noviembre de 1932 y falleció el 28 de septiembre de 2012 víctima de cáncer, poco más de un mes después de escribir este relato. Había ingresado a la AAAA en 1948, siendo aún estudiante secundario, presentado por C. Segers y J. Naveira. Su actuar en la institución fue muy extenso, en la década de 1950 se integró a la Comisión Directiva, desempeñándose como Protesorero, Vocal Suplente y en la comisión Revisora de Cuentas. Colaboró con Revista Astronómica como secretario de 1950 a 1958. Entre 1975 y 1981 fue Presidente de la Asociación. Estudio Química en la Universidad de Buenos Aires donde se doctoró en 1958, y en 1965 obtuvo un PhD en Química en la University of Chicago Grad Schoo. Trabajó en forma destacada en su profesión. De trato ameno, Huberman se encargó de diversos cursos que se ofrecían a los asociados de la institución, tal como el de Física que brindó en 1977.

En La Huella, Semanario Popular de Bella Vista, Corrientes, se destacó que los expedicionarios agradecían la cooperación brindada por la comunidad local. El 26 de agosto, aparece una nota firmada por José L. Sérsic Chaves, sobre lo acontecido el día del eclipse, señalando que se habían obtenido 51 placas del Sol, 72 documentales, 55 cintas del cronógrafo y 42 lecturas del barómetro y termómetro.

Posteriormente, al publicarse los resultados en Revista Astronómica (Anónimo 1952), además de los agradecimientos a las autoridades de las instituciones que prestaron instrumentos, de Bella Vista y la familia Sérsic, se subraya la colaboración de los consocios Ambrosio Juan Camponovo, Augusto Osorio, Rodolfo Orofino, Miguel Stranges y Vicente Brena, algunos ya mencionados.
Lo realizado en la sede de la AAAA
En Buenos Aires, desde la sede de la Asociación, se siguió el eclipse a pesar que por momentos el cielo se presentó nublado. Se realizaron observaciones por proyección con el Gautier y otros telescopios menores. También se sacaron fotografías e incluso se realizó un registro cinematográfico. Los involucrados en estas tareas fueron Ambrosio Camponovo, C. Orio, Rodolfo Orofino, C. Pérez, Walter Sennhauser (Comisión Denominadora), Heriberto Antonio Viola y las señoritas Vella Alicia y Hebe Schiavo (Anónimo, 1952).

La expedición del Observatorio de Física Cósmica de San Miguel
Nilo Arriaga S.J., Jefe de la Sección Heliofísica del Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, se desplazó hasta la ciudad de Resistencia, Chaco, para observar el fenómeno.
Con un telescopio ecuatorial Zeiss de 110 mm de abertura y 130 cm de distancia focal, se instaló en el campo de deportes de la Sociedad del Teatro Obrero, logrando 28 placas fotográficas gracias a las buenas condiciones del cielo con que contó. Para el trabajo, obtuvo la colaboración de los miembros de la Asociación Chaqueña de Aficionados a la Astronomía (ACHAA).


Notas
[1] En ocasión de este eclipse, desde la AAAA, también se organizó una expedición para observarlo.
[2] Sobre el funcionamiento de los cronógrafos puede consultarse «Cronógrafo M. Hipp del Observatorio Nacional Argentino» ( https://historiadelaastronomia.wordpress.com/documentos/cronografohipp/ ).
[3] Como se indicó, su labor fue reconocida en la XIV Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional realizada en Brighton, Inglaterra, en 1970, al asignarse su nombre al cráter lunar ubicado en 47ºS 128ºE.
[4] Por ser un insufrible con gorra.
[5] Parte de su biblioteca fue entregada a la AAAA y existe un registro de una donación de 1500 libros, realizada en 2005/6 a la Biblioteca y Archivo José Babini, Centro de estudios de historia de la ciencia y la técnica, Humanidades, de la Universidad Nacional de San Martín, http://unsam.edu.ar/escuelas/humanidades/centros/c_cebj/novedades.asp .
Referencias
- Anónimo (1952). Trabajos realizados en la Asociación. Eclipse Anular de Sol del 20 de Agosto. Revista Astronómica, T. XXIV-II, Nº 131, pp. 53-58.
- Arriaga N. (1952). El eclipse anular del Sol del 20 de agosto de 1952. Mundo Atómico, Año III, Nº10, 4to trimestre. Buenos Aires.
- Naveira J. R. y Pegoraro A. (1942). Memoria Año 1942, Revista Astronómica, Tomo XV, Nº2, pp.120-130.
- Escrito inédito de Fernando Huberman, 20 de agosto de 2012.
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Blain A. y Paolantonio, S. (2022). Recuerdos de un eclipse. Expedición de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía para observar el eclipse anular de agosto de 1952. Disponible en https://historiadelaastronomia.wordpress.com/recuerdos-de-un-eclipse/. Recuperado el … (indicar la fecha).
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