En un principio, la noche y el día.
El tiempo constante.
Después vino la razón.
Asirios y Caldeos discutieron entre sí sobre aquello que ocurría alrededor. Arriba y abajo. Divagaron sobre los dioses, los cielos y el devenir.
Virgen, la constancia del tiempo pasó a Grecia, vía Egipto.
La Astronomía lo hizo su amante permanente. Los fisiólogos de Jonia tuvieron mucho que ver en ello…
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